El filósofo detrás de Merlí

El Profesor de la Universidad de Barcelona Nemrod Carrasco, uno de los ideólogos de la popular serie Merlí,  participó del ciclo “Saberes en diálogo” invitado por la Universidad Nacional de Rosario.

Su tarea en la serie Merlí consistió en soldar la trama narrativa con el pensamiento filosófico, lo que convirtió a esta ficción en una herramienta de divulgación científica. “La filosofía no es una disciplina aburrida sino que hay profesores previsibles, temarios insufribles y clases en las que no se incentiva la pregunta y el razonamiento sino que simplemente se suministran apuntes para ser leidos de forma acrítica”, afirmó el profesor español y resaltó. “La serie consiguió lo que muchos profesores no pudimos lograr en las clases”.

Nemrod Carrasco considera que el éxito de la serie se debió a muchos factores tales como el carisma del actor principal, los guiones muy bien trabajados y el hecho de haber convertido a la filosofía en un elemento muy cercano a la vida cotidiana, lo que cautivó no sólo a los jóvenes sino a un público transversal.

En cuanto a la educación pública sostuvo que “es un bien que hay que proteger porque está en peligro” y que la implementación de políticas de corte neoliberal lo único que van a contribuir es al desmantelamiento de esa manera de entender la educación. “Argentina vive de una forma mucho más cercana e intensa el sentido de lo público, algo que nos gustaría a muchos países europeos tener”, afirmó.

La filosofía, una manera de vivir

En el salón de actos repleto de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNR, Nemrod Carrasco brindó la charla “Merlí o como desmontar tres tópicos sobre la filosofía”. En la misma compartió tres enseñanzas que le dejó la serie y que contribuyen a entender lo que la filosofía no es.

El primer prejuicio que nombró es aquel que considera a la filosofía algo lejano, complicado, con vocabulario enigmático y sólo para unos pocos. Por el contrario, el profesor consideró que es una disciplina más modesta, que formula un tipo de pregunta que habitualmente no hacemos para intentar comprender comportamientos que reproducimos a diario. Para ejemplificar aclaró que la pregunta no es ¿somos libres? sino ¿qué significa la libertad?

El segundo mito que intentó desmontar es aquel que considera que la filosofía debe cumplir una función terapéutica y nos va ayudar a ser felices, como un manual de autoayuda. Por el contrario, según expresó, convierte a la felicidad en problema, dado que detrás de ese ideal, se oculta una consigna. “Cuando la sociedad nos dice que nos realicemos, nos está diciendo: compórtense, obedezcan, no se rebelen, produzcan, consuman.” Y resaltó: “Hacer filosofía es cuestionar, dudar, su propósito no es la búsqueda de la felicidad sino de la verdad y no siempre coinciden.”

La tercera premisa que cuestionó es la que cree que la filosofía tiene que ser afirmativa, que su cuestionamiento debe ser constructivo y ofrecer alternativas. Ante la misma, Nemrod Carrasco afirmó que la filosofía no está para consolar a nadie sino para decir verdades de forma intransigente y por lo tanto tiene que ser crítica, sin medias tintas. También explicó que la crítica tiene un carácter destructivo, hace visibles las grietas y se instala en la incomodidad porque preferimos la certeza que nos da seguridad antes que los cuestionamientos.

Finalmente sentenció: “Nos equivocamos si pensamos que la filosofía nos cambiará la vida pero sí puede darnos la lucidez necesaria para liberarnos de ciertos imperativos y vivir la vida de un modo más intenso.”


  • Periodistas: Victoria Arrabal
  • Fotógrafos: Pablo Correa
  • Realizadores: Andrés Aseguinolaza

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