Se trata de una acción que comenzó en Turquía, se publicaban las fotos de mujeres asesinadas, una protesta contra la ola de feminicidios que está ocurriendo en ese país. Pero bastaron un par de días para que la consigna se desfigure y banalice, y cuando llegó a los titulares de los medios, ya se trataba sobre las mujeres famosas compartiendo sus fotos en blanco y negro. Algunas notas mencionan al pasar los asesinatos de mujeres turcas, otros ni siquiera eso. ¿Cómo se banaliza tan pronto un grito de dolor? ¿Qué mecanismos se ponen en marcha para que los rostros de mujeres muertas se reemplacen por fotos que generen comodidad y aprobación?
La propuesta pasó a ser compartir una foto propia y etiquetar a otras dos mujeres para que lo hagan. Se supone que la idea es apoyarnos entre mujeres, bajo la etiqueta «desafío aceptado». ¿Cuál es el desafío de elegir una foto favorecedora y compartirla en las redes? ¿Por qué no compartir fotos de otras mujeres, las que nos inspiran, las que no son tapa? ¿Por qué no hacer foco en virtudes y sus logros en lugar de la imagen, lás más banal y narcisista de las formas posibles? ¿Qué valor transformador tiene subir nuestras selfies a las redes si lo hacemos todos los días?
Los resultados pudieron haber sido interesantes, si nuestros feeds se llenaban de fotos de mujeres víctimas de femicidio, o simplemente mujeres a las que hacemos visibles por lo que hacen, un verdadero desafío a los estereotipos. Pero revisamos las etiquetas en las redes y la mayoría son mujeres que “aceptaron el desafío” son blancas, jóvenes, delgadas. ¿Será que el «desafío» está pensado para que solo lo acepten quienes encajan? Para que sean esas imágenes las que siguen circulando?
El patriarcado y el capitalismo lo devoran todo, especialmente los gestos de resistencia, y lo devuelven deglutido para ser consumido, sin preguntas y sin cuestionamiento ¿A quién le sirve que en lugar de publicar las fotos de las mujeres asesinadas publiquemos nuestras fotos sonrientes en blanco y negro? Nos quedamos pensando en eso.
Fuente: Mujeres que no fueron tapa